En este sendero de represión y negación de los derechos que dicen proclamar los europeos, también el paraíso sueco ha resuelto aportar lo suyo: una ley que le permite a la policía, sin órden judicial, la interceptación de todos los teléfonos y de todos los E-mail. En eso quedan las proclamas de libertad y respeto por la dignidad humana de los países progresistas cuando se trata de la defensa de sus bastiones. Porque esas proclamas solo son para la exportación, a países como el nuestro que sirven para que sus ciudadanos se donnent de la bonne conscience, haciéndose perdonar sus privilegios y su bienestar, financiando guerrillas y acogiendo a sus representantes, mientras quede claro que se limiten a actuar allende los mares. Suecia es un país que ha gozado siempre de la benevolencia del mundo occidental. Cuando The Economist recordaba, hace algunos años que ese país llegó al extremo de suprimir, pura y simplemente, al mejor estilo nazi a los niños que nacían defectuosos, lo atribuyó al afán del "sameness" o "mismidad", algo así como el grado superior de la igualdad, aspiración máxima de los suecos; como si esos valores estuvieran por encima de cualquier otro en relación con los seres humanos.
Seguramente la nueva ley es otro esfuerzo de "mismidad" frente a la escandalosa diferencia de los árabes.
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