- Hemos dicho en este Blog que las predicciones sobre la victoria de Barak Obama en las elecciones de los Estados Unidos es muy improbable. Quizás nos equivoquemos, pero lo cierto es que es nada fácil tener una idea clara de lo que puede ocurrir en noviembre próximo. Por una parte, es evidente que la inmensa mayoría de la prensa norteamericana es totalmente favorable al más jóven de los candidatos y simpatiza abiertamente con su condición de negro (en la concepción "one drop-rule" propia de la tradición de los Estados Unidos, porque en realidad Obama es mulato). Ese apoyo se traduce, al mismo tiempo, en el énfasis negativo que se le hace al otro candidato, McCain, especialmente por su edad. Factores que lo favorecen como su cautiverio de cinco años durante la guerra de Vietnam son abiertamente descalificados; se dice que no fué una experiencia tan dura, como si el solo hecho de estar preso en un país enemigo no fuera terrible. En cambio se minimizan o ignoran las discrepancias que tienen los sectores más fundamentalistas del Partido Republicano con McCain, quien es visto por ellos como excesivamente "liberal" en relación con el aborto o los derecho de los homosexuales. Es indudable que una victoria de Barak Obama sería magnífica como expresión de superación de los descendientes de los esclavos africanos, y quienes tuvieron que librar una dura lucha por el reconocimiento de sus derechos en norteamérica. Y sería además una lección para Europa, que insiste en negarle acceso a su riqueza y a su progreso social a la gente cuya explotación y servidumbre ayudó precisamente a construir ese bienestar.
Pero, como ya dijimos, nada permite asegurar esa victoria. No se sabe cómo votarán las 17 millones de personas que acompannaron hasta su retiro de la campaña a Hillary Clinton, que no se pueden acreditar alegremente a Obama. Nada sabemos de lo que piensan los famosas mayorías silenciosas a quienes no les interesa el entusiasmo de la prensa por el senador negro, y a quienes les preocupan los valores protestantes, el llamado Bible belt de los Estados Unidos, ante ciertas posturas ambiguas de Obama en relación con los musulmanes. Y tampoco es claro lo que piensan las gentes del Deep South, que todavía profesan ideas racistas a despecho de la revolución de los derechos y las políticas de promoción y acción afirmativa en favor de la población afroamericana.
Es posible que tras la proclamación oficial de Barak Obama como candidato del Partido demócrata las cosas se aclaren un poco más. Pero entre tanto, nada se ve seguro.
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