viernes, 28 de diciembre de 2007

Monumentos

Seguramente habrá pronto otro monumento a los últimos acontecimientos, si ellos culminan bien como esperamos. Lo propondrán para anclar durablemente en la memoria colectiva las ansias de paz y libertad. Las experiencias pasadas en estas cosas enseñan, sin embargo, que se trata de una idea ingenua. En los siglos XIX y XX Europa, América del Norte y del Sur se colmaron de esculturas de mármol, de bronce y hasta de hierro y lata que le explicaban a los pueblos qué ejemplos del pasado ellos debían imitar. Y quizás deberíamos incluír entre ellos los grafitis o los dibujos de palomas. Prácticamente ninguno de esas manifestaciones monumentos se mira o considera como sus creadores o impulsores los entendieron. Quien los  mira o los repasa hoy ? Y en esta época de rescate de la original americanidad, quién se inspira en los monumentos a la raza para recordar los pretendidos valores de la hispanidad ?
Las ideas abstractas, los valores como la libertad, la igualdad o la paz no pueden ser manifiestamente glorificadas por la piedra, el bronce o cualquier otra materia dura -por lo menos no conocemos ningún ejemplo-, y lo mismo ocurre con los sucesos felices. La única posibilidad real se dá cuando el tema abstracto se asocia con una persona, por ejemplo la Independencia y Bolívar o los derechos del hombre y Nariño. Si no, solo funciona el culto a los muertos, la conmemoración de las víctimas caidas en las guerras, las rebeliones o los crímenes. 

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