miércoles, 26 de diciembre de 2007

Viaje VII- Loi Krathong

El río "tutelar" de Bangkok -como dirían nuestros poetas nacionales- se llama Chao Phraya y es bastante grande y navegable. A sus lados se yerguen grandes edificios blancos que testimonian el caótico desarrollo industrial del país.  Constantemente pasan barcos de carga y de turismo bastante grandes: entre los de turismo hay algunos de dos pisos que semejarían a los que se ven en las películas circulando por el Missisipi, aunque sin las paletas de propulsión, ya que éstos, a juzgar por la velocidad bastanta alta a la que navegan, deben tener grandes motores dentro de borda.
Por la noche del penúltimo día, hay una gran fiesta a bordo del barco del Shangi-Lá: es una nave con un gran salón que mide más o menos unos 300 metros cuadrados, en el cual se sirve la comida y se presenta un espectáculo musical de danzas típicas del país.
Después de comer, subimos a la "azotea" del barco, desde donde se divisa un imponente espectáculo de la Bangkok ya bastante adornada con luces de navidad, y con sus grandes edificios y gigantescos puentes y viaductos que tachonan de brillo y color la noche.
La fiesta transcurre muy alegre y hacia la media noche se anuncia que se va llevar a cabo la ceremonia del LOY KRATHONG. Es la noche de luna llena del décimo segundo mes lunar cuando el nivel del agua es más elevado. Loy significa "flotar" y krathong designa una especie de recipiente para las ofrendas hecho de hojas de plátano en forma de flor de loto abierto. El krathong contiene generalmente ofrendas simples compuestas de velas encendidas, bastones de incienso y de flores. Algunas personas meten tambieen un mechón de cabellos, un pedazo de uña y algunas monedas.
Hay numerosas creencias ligadas al festival. Algunos creen que es para rendirle homenaje a la huella de Buda sobre la rivera del río Neranjara en la India. Otros piensan que es una manera de agradecer a la diosa del río, y hacerse perdonar los daños causados a la rivera. Para otros, en fin, su mala suerte se aleja llevada por las olas. 
A cada uno se nos entrega un recibiente con una vela encendida, y un ayudante con una larga pala lo pone suavemente sobre la superficio del río.
El paseo termina con los invitados alegres pero cansados sobre el atracadero del hotel.

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