En este mundo histérico apareció hace años la manía de beber agua embotellada. El agua embotellada de manantiales es una costumbre bastante antigua en Europa. Los europeos, a lo largo de l;a explotación de sus recursos y de sus guerras acabaron con el agua potable hace mucho tiempo. Hoy el agua que usan en los grifos es demasiado calcárea para beberla. Por eso hace tiempo quienes no beben vino toman Evian, y otras marcas comerciales de esas aguas minerales presuntamente obtenidas en fuentes naturales. De pronto la gente, en otras partes, especialmente en Estados Unidos, se fué acostumbrando a comprar las aguas importadas. Por ese camino, los productores nacionales vieron el negocio, y se inició la venta de agua en lujosos vasitos, tarritos y botellitas de plástico. Y como aquí copiamos lo que viene de allá, también se volvió moda. La gente no volvió a tomar agua del grifo.
Pero resulta que ahora los americanos le han declarado la guerra al agua embotellada. Las causas son dos; la primera, el problema de contaminación generado por las botellas de plástico, millones de ellas, que pululan y desbordan los basureros, y que no son completamente biodegradables, pero sí de difícil reciclaje. Y la segunda, la alta calidad del agua que circula por los sistemas de acueducto en su país.
Falta ver que va a pasar en nuestro medio, donde los consumidores de agua embotellada posan, además, de defensores de la salud y hasta del eco-sistema.
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