martes, 12 de agosto de 2008

El cuento chino

Curioso. La misma gente que ha martirizado al ejército por la operación "Jaque", sin duda  afectada y con razón por los errores que terminaron creándonos problemas con la Cruz Roja Suiza, no tiene ningún inconveniente en disculpar a los chinos por el engaño de la ceremonia de inauguración de los juegos. Pues no debería ser así porque el engaño de los chinos fué a la humanidad entera. Y demuestra una absoluta desvergüenza. Para un país comunista es inexplicable la idea de que la niña de la hermosa voz no tenía drecho a aparecer en las pantallas porque es gordita y, según los altos dignatarios, fea. Pues no hay tal. La noña, entre otras cosas se parece bastante a la otra; quizás nosotros no entendamos las sutilezas de la belleza china.

Las autoridades chinas no tienen un concepto claro de lo que consideramos ético en Occidente. Eso se desprende de las declaraciones de quienes participaron en la patraña. Pero sí demuestra que más que el espíritu olímpico que inspiró al Baron De Coubertin, lo que les importa a los dirigentes comunistas de China es el valor propagandístico de los juegos. Como es el valor publicitario del deporte para el Comunismo.

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