No simpatizamos especialmente con el Ministro del Interior Valencia Cossio. Pero no entendemos tampoco la exigencia que se le hace de que renuncie a su cargo por los pecados de su hermano. Este es un país en donde los que deberían renunciar nunca lo hacen. Jamás hay responsabilidad política. Cuando Pablo Escobar se fugó de la cárcel de La Catedral, el inefable jovencito nombrado por el Presidente Gaviria para el Ministerio de Justicia rechazó toda responsabilidad, a pesar de que a ese ministerio le corrspondían y le corresponden aún los asuntos carcelarios, diciendo con su vocesita de niño que él no tenía porqué mirar debajo de las camas de los prisioneros. Cuando en Holanda, hace años, murieron algunos espectadores en un partido de fútbol por falta de control de la policía, el ministro a cargo de esa fuerza debió renunciar porque le exigieron asumir la responsabilidad política.
Se dirá que este último caso ocurrió en un país donde existe un régimen parlamentario. Pues con mayor razón los ministros acá que no gobiernan, sino que son realmente secretarios de Estado bajo las órdenes del Presidente, deberían responder por los errores o los delitos de sus subalternos. E igual deberían hacerlo todos los altos funcionarios del Estado.
Pero cuando de lo que se trata es del comportamiento de sus parientes, en funcioes que nada tienen que ver con lo suyo, exigirles renunciar es injusto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario