* Aparte de la euforia que muestra la prensa nacional, incluída la habitual bobaliconería de ciertos programas matinales de radio, lo cierto es que la aprehensión que produce la nueva realidad política americana parece estar bien justificada, para los habitantes de este país. A la posición francamente crítica del presidente Obama frente a la no protección suficiente de los derechos humanos, en el caso de los sindicalistas, que lo hizo declararse opuesto al TLC, está también la circunstancia de que el actual gobierno haya estado tan cercana y solitariamente ligado a la suerte del partido Republicano, hoy derrotado, en relación con el Plan Colombia. Habida cuenta de tales circunstancias, para no hablar de los efectos de la crisis, frente a los cuales quizás hubiera podido esperarse algún tipo de colaboración, lo cierto es que el futuro inmediato del gobierno y por contera, del país entero, no se vé nada bueno.
Porque una disminución de la ayuda que representa el Plan Colombia, disminución que algunos ven segura, metería al país en una situación muy infortunada cuando mejor parecían estar sus acciones frente a la guerrilla.
Lo cual, unido a los efectos probables de la crisis financiera que, seguimos esperando, no sean tan catastróficos como lo pinta especialmente la oposición, frenará sin duda el progreso nacional, que, al menos en cierta medida, venía avanzado.
No hay, pues, razones para alegrarse tanto por el resultado de las elecciones americanas, como lo hace la autista prensa nacional.
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