# Un juez americano ha ordenado la libertad de cinco de los prisioneros que los EE.UU tienen en Guantánamo. Eso facilita sin duda, la promesa de Obama de cerrar la base como prisión de los presuntos terroristas islámicos. El desmonte de todo ese aparato represivo, sin embargo, no es tan fácil, y se equivocan quienes creen que puede simplemente ordenarse y se acabó. Por el contrario, el asunto plantea problemas jurídicos complicados. Entre otras cosas, porque el gobierno del Presidente Bush partió de la base de que a los prisioneros de Guantánamo no le son aplicables las garantías del debido proceso y las normas procesales a que tienen derecho quienes cometen sus delitos en territorio de los EE. UU. No hay que olvidar que la Corte Suprema, en el caso Camarena, falló que los funcionarios norteamericanos que persiguen delincuentes en territorio extranjero no están , para ese efecto, bajo la jurisdicción (en realidad competencia) del sistema judicial americano. El cierre que la prisión de Guatánamo, que además es una base militar americana implantada en un país con el que no se tienen relaciones diplomáticas, va a jugar con seguridad en el asunto. Y la cuestión de si los prisioneros tendrían que ser, o bien liberados, lo que no es probable, o sometidos a jueces y tribunales americanos también tiene que ser resuelto antes del cierre de la prisión.
Como se vé, el caso implica más problemas jurídicos y logísticos de lo que se cree, por lo que esta promesa del Presidente Obama no es tan fácil de cumplir, o por lo menos no tan rápidamente.
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