Hay palabras que se vuelven recurrentes y por ende insoportables. En Colombia, por ejemplo, algún periodista descubrió que la palabra secuestro tiene un sinónimo que es "plagio"; sinónimo más bien en desuso, ya que plagio había quedado reducido a la apropiación de obras intelectuales ajenas. Pero hecho el descubrimiento, toda la prensa resolvió utilizar la palabra sin piedad para designar las retencones de la guerrilla y los paramilitares hasta la saciedad. En otra ocasión, alguien descubrió "avalar". Y desde ese momento nadie volvió a garantizar o a respaldar alguna cosa: todo quedó reducido a avalar. Se avala una declaración, se avala un comentario, se avala una operación financiera, etc. etc.
Otra palabra que se repite como un verdadero flagelo es "paradigma". En realidad, paradigma es —desde fines de la década de 1960— un modelo o patrón en cualquier disciplina científica u otro contexto epistemológico. El concepto fue originalmente específico de la gramática; en 1900 el diccionario Merriam-Webster definía su uso solamente en tal contexto, o en retórica para referirse a una parábola o a una fábula. En lingüística, Ferdinand de Saussure usó paradigma para referirse a una clase de elementos con similitudes. El término se origina en la palabra griega παράδειγμα (paradeigma), que significa "modelo" o "ejemplo" . A su vez tiene las mismas raíces que παραδεικνύναι, que significa "demostrar". Pero fué el filósofo y científico Thomas Kuhn quien le dió a paradigma su significado contemporáneo cuando lo adoptó para referirse al conjunto de prácticas que definen una disciplina científica durante un período específico de tiempo. Y aunque él mismo prefería los términos ejemplar o ciencia normal, que tienen un significado filosófico más exacto, en su libro La Estructura de las Revoluciones Científicas lo utilizó también. Esa obra, ampliamente controvertida llegó a nuestras playas, y como suministra ideas bastante sencillas y al alcance de cualquier mente (algo que le garantiza a su autor una difusión muy copiosa) se popularizó notablemente. Y con ella, el uso ad nauseam de la palabra paradigma. Todo se soluciona cuando se "cambia de paradigma", todo se explica porque hubo "un cambio de paradigma". Todo depende "del paradigma".
Y así seguirá siendo hasta cuando otro descubra una nueva palabra, o un nuevo concepto. Así ocurrió en el pasado. En los años 60, por ejemplo, se habló hasta la saciedad del "cambio de estructuras"; ya nadie usa esas palabras. El Dr. Alvaro Gómez puso al país a hablar de un "acuerdo sobre o fundamental", expresión ésta que murió con él, aunque a veces la resucitan pero como simple referencia.
Lo cual permite suponer que después de flagelarnos sin misericordia, plagio, aval, y paradigma, también morirán arrasadas por una nueva moda que avalará otro nuevo paradigma.
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