domingo, 16 de noviembre de 2008

El desastre socialista en Francia

Graves problemas en el socialismo francés. El Congreso del PS, realizado en Reims, ha fracasado en la selección de un nuevo dirigente para el partido: los militantes deberán escoger el próximo jueves al primer secretario, en un estado de desintegración alarmante, después de tres días de enfrentamientos y de lo que Le Figaro ha llamado "pequeñas frases asesinas".  

François Hollande el saliente número uno, ni siquiera hizo su discurso de despedida.Pese a su lívido rostro, asistió durante tres días a una serie de arreglos de cuentas desastrosos para la imágen de un partido socialista cuya unidad él supo preservar contra viento y marea durante once años.  Por primera vez, luego del siniestro Congreso de Rennes en 1.990, teatro del duelo fratricida Fabius/Jospin, el PS se reveló incapaz de realizar una síntesis, esa famosa línea política común. A pesar de semanas de discusiones intensas y una noche en el Palais des congrès de Reims - convertida en "la noche de los cuchillos largos". -, durante la que los líderes socialistas se encerraron hasta el alba.

Ni líder ni proyecto de mayorías: Nicolas Sarkozy pude sentirse jubioso al ver ese "vacío político", como lo llama un militante socialista. Un vacío sideral que tres candidatos al puesto de primer secretario esperan llenar cuato antes.  Ségolène Royal, Martine Aubry y Benoît Hamon se presentarán , en efecto, el jueves esperando el sufragio de los militantes para convertirse en jefe de la oposición frente al Presidente de la República. Tres candidatos, y dos concepciones del PS y la cuestión de las alianzas con los centristas.   

De un lado, la ex-candidata presidencal, que estuvo a la cabeza de los votos con un 29%. Ella, que debía unir el PS no puede formar mayoría: su concepción del partido de "simpatizantes" más que de "militantes activos", y su deseo de alianzas con el MoDem (ella promete consultar a los miltantes) provocan reacciones epidérmicas entre sus adversarios. Irá por tanto sola a la batalla. 

Ante la sala plena la mañana siguiente, y bajo la mirada de su guardia pretoriana  (Peillon, Valls, Assouline), advierte que todos deberán apoyar a quien resulte elegido. Delanoë se retira como el gran perdedor de la jornada. 


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