Hay una canción popular latinoamericana que compara el amor perdido con "un periódico de ayer". Nada es más viejo que un periódico de ayer, ciertamente. No hace mucho los comentaristas políticos tronaban por el alza exagerada de los precios de los alimentos. Y tenían un argumento especialmente oportuno y demoledor: era la producción de biocombustibles lo que hacía escasear la comida de los más pobres. Una demostración más, por si alguna faltaba, de la inhumanidad del sistema capitalista. Y con no poca satisfacción se registraba igualmente el alza del petróleo, que pronto llegaría los US $ 200, de donde no bajaría más. Era, esta vez la demostración palmaria del agotamiento de los pozos, que pronto sería seguida por la desaparición de las reservas, y con ellas, la definitiva desaparición de las sociedades despilfarradoras, en especial los Estados Unidos, primer consumidor de energía del mundo.
Ese fué el periódico de ayer. Hoy los precios de los alimentos han caído, y el petróleo anda por menos de cincuenta dólares, víctima de la recesión generalizada.
Con esto queremos hacer notar, cómo este mundo es más imprevisible que nunca. Y cómo las certezas de un día son arrasadas por las realidades del otro. Y cómo, igualmente, los viejos pontífices de antaño hoy cae en el ridículo una y otra vez. No valen las citas de Stiglitz, ese Pablo Coelho de la Economía, con sus anatemas reivindicadores con los que se venga una y otra vez del FMI, que lo echó a la calle, sabrá Dios porqué.
Es el imperio de la iseguridad.
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