/.- Aunque ya se había establecido que los damnificados de las pirámides y estructuras financieras con DMG eran muchos, y el problema dejado por ellas, de grandes proporciones, la verdadera dimensión de la crisis, que cada día se revela, manifiesta que de lo que se trata es de un drama social de magnitud impresionante.
Gentes de todas las especies y clases pusieron dinero en cada una de esas empresas. Pero los más golpeados son los habitantes de las zonas más pobres del país, como Putumayo, donde empezó DMG, y Nariño, lo mismo que Huila.
Y lo más graves es que, como lo dice con razón un importante ex-Ministro de Hacienda, solo se recuperará un 10% de los aportes de todas esas personas.
Y cada vez es más claro que sí existieron avisos y alarmas de lo que estaba sucediendo. Pero el Gobierno, -lo mismo que los funcionarios de los entes y organismos de control,- enfrascado en los temas de la parapolítica, los falsos positivos, y los crímenes de los muchachos de Soacha, y empeñado en defenderse de las imputaciones relacionadas con esos temas, no le dió importancia, o subestimó negligentemente lo que ahora amenaza convertirse en el peor de sus problemas. Y va a tener que encontrar la manera de enfrentar sus efectos, o el órden público se le va a trastornar en materia sumamente grave, en cualquier momento.
Por lo pronto, deben seguir rodando cabezas, porque en esta ocasión no conviene que se pretenda acudir a la incandescencia política tradicional de los altos funcionarios.
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