miércoles, 25 de julio de 2007

El fanatismo del convertido

De manera que España se ha convertido en la primera potencia mundial de la parranda. Como si tuviera que reatrapar (todavía) los largos siglos de oscurantismo por los cuales pasó, la península se ha lanzado al hedonismo total; tiene el más alto índice de consumo de cocaína, sus malabares sexuales dejan a los suecos como inexpertos niños de escuela, han resuelto casar a los homosexuales, expulsar a la Iglesia y consideran toda expresión de nacionalismo o afecto patriótico como un horroroso gesto de resonancias cavernícolas. No les bastó el destape de los años setenta y ochenta y quieren ser la vanguardia de la liberación verdadera y absoluta.
Nada novedoso, por supuesto; las sociedades tienden pasar por estas etapas de frenesí, que luego son sucedidas por replegues igual de exagerados y fanáticos de continencia y privación. Eso es, al menos lo que ha sucedido hasta ahora. Lo que pasa es que nunca se sabe cuanto duran lo uno y lo otro.

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