domingo, 8 de julio de 2007

Le joggin, le footing

La izquierda francesa no termina de lamentarse por el trágico destino de su país, que, en un momento de ofuscación nacional, según parece, cayó en las manos indignas de Nicolas Sarkozy. Como lo cuenta graciosamente un miembro del parlamento inglés, Boris Johnson, en los cafés de la Rivera Izquierda se discute y denuncia lo que se considera la más execrable actividad de la agenda presidencial; -que creen ustedes que es ? serán las proyectadas medidas del gobierno contra la inmigración ? serán las sospechosas intenciones de modificar el sistema universitario ? No; esas cosas son graves ciertamente, pero su sombra palidece ante lo que verdaderamente consterna a los pensadores progresistas. Lo más horrible de esa presidencia, dice el Profesor Alain Finkelkraut, un filósofo notable, veterano de 1.968, es un evento que sucede cada mañana. El Presidente de Francia practica el jogging !!! un horror insoportable que expone las rodillas presidenciales ante el mundo entero, dice Finkelkraut, un espectáculo profundamente indigno.

Y lo peor de todo, dicen estos herederos de Sartre, Aragon y Boudrillard, es que el mero acto del jogging, o el footing, como es más exacto llamarlo, es una humillación cultural. En primer lugar es una ofensa contra el honor nacional el que el Presidente de la República deba trotar de regreso al Palacio del Eliseo dando la impresión de ser una sudorosa miniatura de Sylvester Stallone.

Pero hay más, dicen los indignados filósofos, el jogging es una actividad de derecha. Ella se ocupa del manejo del cuerpo, le "perfomance", en suma, el individualismo, peor, "el triunfo de la voluntad".

No es extraño, por tanto, que los cultores del ejercicio físico hayan sido tradicionalmente asociados con los regímenes fascistas. Es la decadencia de Francia que ha llegado, con este patético Presidente de imitación americana. . .

Ante semejante andanada, el Parlamentario inglés, ha invitado a todos los cultores del jogging en el mundo, para que cierren filas en defensa del Presidente francés incomprendido en su amor al deporte por los solemnes filósofos hexagonales.

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