El universo de las llamadas "delicatessen' es un ejemplo más de los extremos a los que puede conducir la extravagancia de la gente, en especial de la gente adinerada. En algún país oriental se pagan miles por una sopa de "nido de golondrina". Esta pequeña ave construye sus nidos agregándo ciertas ramas y hojas y pegándolas con su saliva. Como actúa, igual que todos los animáles según un reflejo instintivo genético no se detiene hasta terminar su obra; pues bien, los "expertos" le deshacen el trabajo una y otra vez, hasta que el pajarito se pela la lengua y sangra. El resultado es un nido que alcanza un valor astronómico entre los gourmet (más bien gourmand). Están también las sopas de aleta de tiburón o los polvos de cuerno de rinoceronte, estos últimos con supuestos poderes afrodisíacos que han llevado a la más implacable persecución del animal, hoy casi al borde de la extinción. Pero lo que se lleva, sin duda, la palma de las "delicias" estrafalarias en el kopi luvak: originario de Java, este café se le da de comer a un animalito que no lo digiere sino que lo expulsa con sus heces tras descacararlo (le quita el llamado pergamino), e impregnarlo con sus jugos gástricos. El cafee es entonces molido y empacado para la venta a los "privilegiados" que pueden gustarlo. Una libra de este producto, que, obviamente, es muy escaso ya que depende sobre todo de la existencia del pequeño animal, -y supongo que de su apetito- vale 600 dólares. Unos $ 1'200.000 de pesos de hoy
Y no quiero pensar lo que dirían al respecto los más pobres de este mundo.
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