Los individuos y a fortiori los inversionistas, son seres humanos. En ese sentido ellos se diferencian de las máquinas. Los mercados comenzaron a caer en Asia, y luego se propagó una reacción en cadena. En realidad, las informaciones entregadas por los medios de comunicación no son todas negativas. Pero ciertos mensajes, en materia de recesión han sido ambiguos. En ese contexto, las gentes toman decisiones repentinas movidas por el inconciente y hay que decirlo, aunque suene fuerte, con las tripas.
Hace ya un tiempo que hay estudios de la sicología de la economía que se han venido volviendo cada vez más importantes desde que se le dió el Premio Nobel en 2.002, a Daniel Kahneman, uno de los fundadores de las finanzas comportamentales. Este profesor de la Universidad de Princeton, lo mismo que Gerd Gigerenzer, director del Instituto Max Planck para el desarrollo humano, en Berlin, y también Amos Tversky, pioniero en las matemáticas cognitivas, han trabajado las ideas recibidas del, «homo economicus», que enseñan que las decisiones de los inversionistas no son solamente tomadas después de que se recogen racionalmente todas las informaciones. Y a veces es lo irracional lo que resulta pertinente.
Y no es necesariamente malo actuar de manera irracional, porque nos es imposible prever y calcular todo. Tomemos el ejemplo de un supermercado. Nadie puede leer todas las etiquetas de los artículos antes de determinar si algo vale la pena. Especialmente porque el tiempo es un recurso limitado. Compramos según el precio o la imágen de marca del producto, es decir, una decisión basada en dos criterios. Es exactamente lo mismo que se produce en las plazas financieras.
Según los estudios en neurosiquiatría, una vez que el ser humano se ve confrontado a una situación peligrosa su cerebro sufre como un corto circuito. Cuando se trata de defender sub vida o su alimento, y por extensión su dinero, dos reacciones se imponen: en inglés «fight or flight», combatir, o huir. En esta ocasión, lo que han escogido los inversionistas ha sido la segunda alternativa. Mientras que en los hechos, el espectro de la recesión en Estados Unidos está lejos de ser una amenaza inminente, los actores del mercado, han actuado como así fuera.
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