sábado, 17 de noviembre de 2007

Musharraf

Entre los dictadores militares, el paquistaní Pervez Musharraf parecía ser uno de los menos malos. Después de los ataques del 11 de septiembre de 2.001, él se alineó firmementa al lado de los EE. UU. Con su ayuda, los americanos pudieron acabar el régimen talibán en Afganistán y causar muchos daños a Al Qaeda de Osama bin Laden. Era además un hombre sensato en el cual se podía confiar el arsenal atómico de Paquistán. Pero hace pocos días resolvió dar su segundo golpe de Estado. En el primero, en 1.999 tumbó un gobierno civil corrupto. Esta vez revocó la Constitución, cerró la Corte Suprema y ordenó detener a sus opositores para garantizar su propio poder.

Con la popularidad en baja, presionado, de un lado por la clase media moderna y urbana que quiere más democracia en el país, y amenazado por el fanatismo islámico que pretende instalar un régimen teocrático tipo talibán, el General se ha vuelto un nuevo dolor de cabeza para G. Bush. Paquistan ha recibido 11.000 millones de dólares de Washigton, pero ello no ha evitado que sea un epicentro de adoctrinamiento y reclutamiento de terroristas islámicos. En los años recientes, las fronteras con Afganistán han pasado por un proceso de "talibanización": tras la caída del régimen en ese país, los líderes talibanes se refugiaron en las zonas tribales y se han asociasdo con sus jefes. El servicio secreto americano sospecha que Osama bin Laden se esconde allí: tras no haber sido solución, ahora Musharraf es parte del problema.

No hay comentarios: