lunes, 26 de noviembre de 2007
Viajando por el mundo.
El vuelo de Paris a Hanoi es sorprendente para los vecinos de estas tierras. El avión, un Jumbo 747-400 despega del Aeropuerto Charles de Gaulle a las 9 de la noche, hora local. En la pequeña pantalla del GPS pronto se hace evidente que se recorrerán los cielos de países que el pasajero no tiene necesariamente presentes en su mente. Van apareciendo Luxemburgo, Austria, Alemania, Polonia . . ., en fin, Europa pasa debajo del avión. Y aparecerán el mar Negro y el Mar Caspio, y luego la India, mientras al fondo de babor se percibe la cordillera del Himalaya en el Tibet, con sus cumbres nevadas, las más altas del mundo; y poco después el espectáculo sobrecogedor del golfo de Bengala con sus incontables ríos desembocando al océano es de una magnitud que ni siquiera los 38.000 pies de altura y los más de 900 kilómetros por hora del avión logran mitigar en su esplendor. Despues de Calcuta y Rangún, el vuelo sigue por el mar hasta penetrar, esta vez en Tailandia y culminar en el espectacular aeropuerto de Bangkok. Unos minutos después volverá al aire por una hora para posarse finalmente en la vieja capital de la Indochina francesa, y hoy de Vietnam.
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