Tal vez no sea lo ideal, pero al menos se siente menos pesimismo; la ciudad parece haber recibido muy bien su sistema de transporte integrado, MIO, y utiliza el servicio con entusiasmo. Además los buses son más bonitos que los de Transmilenio: el azul es, sin duda, un color con más elegancia que el rojo.
Ojalá que esta sea la iniciación de un proceso de recuperación, y Cali vuelva a ser la ciudad pujante y bonita que fué un día.
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