* La derecha europea ha obtenido una victoria sorprendente en las elecciones europeas. En Francia, incluso, ha resultado completamente desvastadora para el Partido Socialista, y la izquierda en general.
Ello porque ésta última cifró toda su campaña en convertir el debate en una especie de plebiscito sobre el Presidente Sarkozy, sin presentar en realidad ninguna propuesta o programa concreto para el Parlamento europeo. Y Sarkozy ganó. Lo que, naturalmente, ha dejado a sus adversarios en una situación casi desesperada.
En Inglaterra, los laboristas han sufrido, como se esperaba, una derrota; pero ésta ha sido tan catastrófica, que no tiene antecedente desde la Primera Guerra Mundial. Más aún, es posible que esa misma magnitud sea la que termine favoreciendo al PM Brown, pues ahora el partido se verá obligado a apoyar su permanencia en el cargo, para no provocar elecciones generales anticipadas y evitar de ese modo, o por lo menos retrasar, la victoria del Partido Conservador, que sería casi segura en este momento.
En España, Zapatero ha admitido que su partido, el PSOE, ha tenido, según él, un "cierto desgaste", lo que debe traducirse por una derrota innegable, lo cual, en su caso, también era lo más o menos esperado.
En Alemania, los conservadores de la Democracia Cristiana de la Primera Ministra Angela Merkel han dado cuenta con facilidad de los social demócratas, en lo que la prensa de ese país califica como "debacle" de la izquierda.
Y en Italia, aunque Berlusconi no obtiene los resultados que esperaba, de todos modos también es un ganador, ante una "sinistra" desvalida.
A los perdedores solo les queda enfatizar una y otra vez la escasa participación electoral. Argumento que nada resuelve, porque si lo que se necesita en verdad es un cambio radical de la marcha europea como podría esperarse que fuera el discurso de la izquierda, su apatía ante un compromiso como el de las elecciones europeas resulta inexplicable y hasta desmoralizador para ella misma
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