lunes, 29 de junio de 2009

Honduras, la "papa caliente".

∫.- El asunto de Honduras, contra lo que nos pareció a primera vista, puede resultarle una "papa caliente" a la OEA, y en general a las cancillerías de varios países latinoamericanos. Porque tiene demasiadas aristas. En primer lugar, es claro que la OEA está comprometida en la misión de impedir que el continente vuelva a ser la región donde se inventó el término "pronunciamiento" para definir en varios idiomas el golpe militar.

El principio sostenido por la organización es que no puede destituírse de hecho a un presidente democraticamente elegido. Y los países miembros confían en que ese dictado sea una garantía para todos los países. Es por ello que el éxito del golpe hondureño sería visto como un peligroso precedente que regresaría al continente a las etapas superadas de antaño, cuando las fuerzas armadas de la mayoría de los países latinoamericanos imponían su voluntad a la sociedad cuando el gobierno de turno desafiaba sus intereses.

Pero en este caso lo que ha ocurrido es que el Ejército actuó con el respaldo aparentemente unánime del Congreso, y sobre todo del poder jucial representado en la Corte Suprema, lo que hace que el golpe no pueda ser compltamente atribuido a los militares. Más aún, el nuevo presidente alega que el proceso fué legítimo desde la perspectiva constitucional, lo cual no es convincente, desde luego, pero al cerrar filas en torno del mandatario recién instalado, los poderes del país entran en el desafío a la comunidad internacional.

Y es que el comportamiento de Zelaya no ha dejado de ser sospechoso. Elegido con una plataforma conservadora, es un rico terrateniente que pertenece a la pequeña oligarquía que ha detentado tradicionalmente el poder económico en su país, una nación cuyo PNB es de unos 30 mil millones de dólares (El de Colombia es de 320 y el de Argentina de 550), lo que la convierte en una de las más pobres del continente. Pero resulta que el presidente, a quien llaman "Mel" se ha convertido recientemente en otro discípulo del bolivarianismo chavista, e intentó organizar un referendo ilegal, seguramente bajo la inspiración de su nuevo jefe, sobre una posible reforma constitucional, con miras a su reelección. La consulta, de serle favorable crearía, evidentemente una situación de hecho que sería utilizada como respaldo para la extensión del período presidencial, " con fundamento en la voluntad del pueblo", o en "el constituyente primario", tramposo recurso de los constitucionalistas ad hoc.

Es pues, una situación complicada. Pero seguramente a la OEA, que no exige ya democracia en Cuba, no tiene otra alternativa que exigir el respeto a un presidente democráticamente elegido, si quiere tener alguna razón de ser.


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