Hoy en día se considera que una de las garantías fundamentales del manejo adecuado de la economía de un país, es que el Banco central tenga total autonomía frente al gobierno. Así ocurre en los paises desarrollados. En los Estados Unidos, por ejemplo, la Reserva Federal, que actúa precisamente como Banco central de se país, goza de una independencia total, por lo que sus medidas son esperadas y respetadas en el mundo entero, así no siempre todos los economistas estén de acuerdo con ellas. Otro tanto ocurre con el Banco central europeo, contra el cual se rebelan con frecuencia los gobiernos, aunque terminen acogiendo, en general, sus posiciones y decisiones.
Fué por lo tanto un acierto del constituyente de 1.991 haberle reconocido esa autonomía al Banco de la República. Pero la innovación no le gustó a todos; los gobiernos, que estaban habituados a manejar la política económica al vaivén de sus intereses del momento, reaccionaron con hostilidad, y sus voceros oficiosos propusieron más de una vez que se regresara al sistema anterior. Ahora, la oposición al gobierno actual anuncia un proyecto de Ley que impida que el Presidente Uribe pueda designar, a lo largo de su segundo período en curso, miembros de la Junta Directiva del Banco, de modo que termine toda ella integrada por personas seleccionadas por él. Se sugiere que de ese modo, el Banco terminará por quedar en manos del jefe del Estado, quien se servirá de él para sus propósitos.
En realidad, lo que está implícito en esos planteamientos es que una vez designados, los miembros de la Junta solo harán lo que se les ordene desde la sede presidencial. Ello, aparte de ser una imputación injusta, no ha sido cierto ya que el Banco le ha atribuido al gobierno y a su exagerado gasto público, buena parte de la responsabilidad por las dificultades de la economía. Pero además, no existe ningún sistema de elección que garantice totalmente lo que harán las personas nombradas, como no sea su idoneidad y su responsabilidad. Y la historia enseña más bien, que las personas altamente calificadas, como son los economistas que habitualmente ocupan la dirección de nuestro banco emisor, suelen actuar con la independencia que suponen sus funciones.
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