Antes de que existieran las Cortes judiciales como hoy las conocemos, Napoleón redujo a la mitad la Asamlea porque no querían aprobarle su código civil. Ya en el siglo pasado, Roosevelt quien veía que sus decretos del New Deal se caían uno tras otro bajo el peso de las decisiones de la Suprema Corte, intentó una reforma que elevaría el número de magistrados al doble (18) para poder nominar a partidarios suyos. Afortunadamente para ambos, la Corte y el Presidente, se generaron vacantes que le permitieron al segundo proponerle al Congreso el nombramiento de amigos de sus reformas. A mediados del siglo, el general De Gaulle se convenció de que era imposible mantener a Argelia como un territorio francés y decidió iniciar el proceso que culminaría con la independencia de ese enclave. Pero en Argelia vivían los famosos "pieds noirs', descendientes de franceses llegados allá varias generaciones antes, para los cuales esa independencia significaba una absoluta traición del jefe de Estado. Se creó un movimiento paramilitar, la célebre "armée secrete" que desafió con terrorismo la intención de De Gaulle y al movimiento guerrillero independentista, el FLN. Hasta que se dió una rebelión militar encabezada por el general Raoul Salam, el héroe más condecorado de Francia. Sin posibilidad de ganar, los generales rebeldes fueron sometidos a Consejo de guerra por decreto presidencial. Y aquí vino el "choque de trenes": El Consejo de Estado anuló el decreto de convocatoria de las Cortes Marciales. Entonces el soberbio general amenazó con cerrar el Alto Tribunal, propósito que, sin embargo, no llevó a cabo. En América Latina los choques han sido frecuentes, como lo demuestran periódicos episodios ocurridos en Argentina, Bolivia, Venezuela , Ecuador y Perú, para no hablar de los centroamericanos.
Todo lo dicho demuestra que los enfrentamientos entre el gobierno y las Cortes, no son una especialidad colombiana.
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