El resultado de las pasadas elecciones en este país muestra, entre otras cosas, que en varias regiones persisten las formas de proselitismo más primitivas del siglo pasado. A pesar de que sin duda ha habido cierto progreso porque ya no parece posible, por ejemplo, blandir el "trapo rojo", los cacicazgos aún no han desaparecido, y más de una victoria tiene el sabor añejo y avinagrado que le aportaban los viejos gamonales de la politiquería regional. Y lo más desalentador es que en algún caso, el gamonalismo se personifica en una extrema juventud.
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