jueves, 2 de agosto de 2007

Passchendaele

Se cumplieron el pasado 31 de julio 90 años de una de las batallas más mortíferas de la que nuestros abuelos llamaron "Gran Guerra" y que hoy conocemos como la Primera Guerra Mundial. Ese conflicto fué sin duda el más brutal en la historia de la humanidad; desarrollados nuevos inventos tecnológicos y armas de destrucción en serie como la ametralladora, el tanque, y el cañón de alta potencia, las estrategias, tras casi un siglo de relativa paz, eran las mismas que se habían utilizado en las guerras napoleónicas, a las que el Congreso de Viena en 1.815 había puesto fin. Fueron legendarias las torpezas de los ancianos generales ingleses y aliados que lanzaban en formaciones compactas a miles de soldados para ser implacablemente diezmados por las armas de los adversarios en un metódico recorte de las filas, una y otra vez. En esta batalla de Passchendaele, que fué como varias más, expresión de los extremos de horror que se alcanzaron, se emplearon 4.5 millones de proyectiles y 3.000 cañones. Llovió interminablemente durante 30 días que convirtieron las trincheras en reductos infernales de cadáveres apilados y descompuestos, ratas y lodo. Cuando todo terminó más de tres meses después el 6 de noviembre de 1.917, habían perecido 325.000 aliados y 260.000 alemanes: casi 20.000 muertos diarios. Con la inmensa tragedia que fué la otra guerra mundial, el mundo ha olvidado este conflicto que llenó a Europa de mutilados y lisiados, motor del ciego apaciguamiento en que fué incubado luego el nazismo.

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