sábado, 5 de julio de 2008

El periodismo imbécil de los ricos

No hay peor periodismo que el que existe en los países desarrollados. Inglaterra, por ejemplo, tiene los mejores y los peores periódicos del mundo. Al lado del Times, bastión de las ideas conservadoras, está el Guardian, formidable vocero de la izquierda de ese país. The Economist es, sin ninguna duda la mejor revista de noticias y comentarios  políticos del mundo. Pero al lado de esta prensa están algunos de los peores pasquines de la tierra. The Sun, para citar solo uno, es  un periódico que  representa los peores extremos de amarillismo y mal gusto que se pueden encontrar en un medio impreso. Y fuera de Inglaterra, la cosa es muy similar. La prensa alemana, y sueca tiene grandes rotativos y panfletos vocingleros de una superficialidad sorprendente.  Es la prensa que ha dado nacimiento a esa especie de fotógrafos fisgones y malintencionados que son los paparazzi, un producto esencialmente europeo para el periodismo de alcoba. Al lado de ellos hay también una corte de escribidores escandalosos que alimentan el ansia senil de escándalos de los lectores del continente. Europa está llena de ancianos valetudinarios, -es un continente de vejestorios intolerantes , xenófobos y caducos que gozan, como todos los viejos con el escándalo-. Para ellos existe esa prensa.

Como en esas sociedades represivas y reprimidas no pasa nada, hay una prensa que suministra emociones por procuración. Es en ese contexto que hay que poner la fantasiosa especie surgida en Suiza que busca disminuir el meerito del ejército colombiano en el rescate de Ingrid. En ese adomilado y tedioso país no pueden aceptar que un atajo de indígenas desnutridos haya realizado una operación inteligente e impecable.

El periodismo de Suiza, que es un país donde se algergan habitualmente los amigos y agentes d de las FARC ha querido satisfacer a esos huéspedes demeritando la acción del ejército nacional, pero ha logrado algo peor: dar de la organización guerrillera una imágen aún más negativa; la de un grupo de personas sin principios dispuestas a venderse al gobierno por una suma ridícula. Y ello hace todavía más inverosímil la  fantasía de su chabacana prensa. 

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