Irán ha hecho una demostración de su poderío dispartando unos cuantos misiles en su territorio. Tanto los Americanos como los europeos se han apresurado a manifestar su preocupación. En realidad la prueba militar no tiene nada de novedosa porque Irán acostumbra realizar esta clase de ensayos; pero en esta ocasión, las tensiones de la región le han dado un relieve particular. Y en todo caso, seguramente serán aprovechados de diversas maneras en la región, y fuera de ella. Los Estados Unidos, que insiste en la importancia de su escudo de misiles, tendrá una razón válidad para sostener que, ante el riesgo de un Irán armado, sus misiles son necesarios. Los gobernantes checos que, contra la voluntad mayoritaria del pueblo firmaron un acuerdo sobre el asunto para el uso de su territorio, podrán reclamar que tenían razón, y que Irán es una amenaza para todos. Israel, que realizó también "juegos de guerra" el mes pasado, puede alegar que los misiles iraníes pueden alcanzar su territorio y que necesita estar alerta para contrarrestar cualquier ataque. Los políticos republicanos, con McCain a la cabeza, pueden alegar que ante las acciones de Irán, norteamérica debe permanecer en Irak. Y los arabes pueden sentirse solidarios de los iraníes, aunque no tanto como piensa el mundo porque los iraníes no son árabes sino persas, y aunque son musulmanes, pertenecen al credo chiíta, mientras que casi todos los otros son del credo sunnita, una diferencia parecida a la que existe en el cristianismo entre protestantes y católicos. Y, finalmene, los europeos, pueden temer con seguridad por la inestabilidad en una zona del mundo de donde les viene casi todo el petróleo que consumen, por muy caro que esté.
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