Han vuelto, como hace 500 años a explotar y humillar. Son los mismos negreros y violadores de indígenas. Solo que ahora regresan en avión a maltratar a los trabajadores de sus empresas. Y con el beneplácito de los malincheros nacionales, que a cambio de su tonta devoción pasan temporadas en las grandes ciudades de allá. Y le cantan elogios a su presidente, como si no fuera el bobo de los gobernantes del continente, que ahora, ante la crisis económica desnuda lo que es: un populista superficial y rencoroso, incapaz de manejar verdaderamete un país en las coyunturas críticas, pero presto a crear conflictos sociales sin necesidad. A tiempo que intenta tener más influencia en los asuntos europeos de lo que su modesto país puede abarcar.
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