Tal como lo habíamos previsto en este Blog, Barak Obama ha empezado a perder el impulso que llevaba en su capaña para la Casa Blanca, frente a su competidor McCain. De una ventaja de 15 puntos hace pocos meses, ella se ha reducido apenas a 3. Y es que los demócratas que venían apoyando a Hillary Clinton parecen tener muchas dificultades para transferir sus simpatías al aspirante mulato que la prensa americana, y la gente, considera candidato negro. Además, urgido por las exigencias electorales, Obama está dando la impresión de que algunas de sus posiciones son menos claras de lo que parecía. Y esas vacilaciones, en cuestiones como la presencia americana en Irak, le está restando simpatías entre algunos de sus presuntos electores. Al principio de su campaña, Obama hablaba de taerse las tropas en seis meses; pero luego modificó su mensaje y la promesa se hizo menos precisa. Entre los hispanos, aunque hay entusiasmo, también hay voces que critican su retórica y alegan que nunca apoyó los proyectos de ley en favor de los inmigrantes, los mismos que ahora dice defender.
Y queda, por supuesto, el voto blanco que por ningún motivo apoyará al candidato demócrata, especialmente el de los blancos pobres, todavía muy atrapados en sus ancestrales prejuicios racistas.
Pero no todo lo tiene perdido Obama. En su favor está el desprestigio de Bush y del candidato que es visto como su continuador. McCain, en eecto, apoya firmemente la presencia americana en Irak, y la idea de que esa presencia es indefinida, pus debe durar hasta que se alcance la estabilidad del país. Y eso no gusta en vastos sectores del electorado. Además, McCain tampoco cuenta con todas las simpatías republicanas, por lo que se consideran posiciones demasiado a la izquierda del núcleo duro del conservatismo del partido, especialmente en lo que se refiere al aborto y a los homosexuales.
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