martes, 15 de julio de 2008

Reinados de belleza

Son criticados y denostados a lo largo y ancho del mundo. Las feministas los considran denigrantes para la mujer. Los moralistas los denuncian por convertirlas en objeto sexual. La izquierda los desprecia como una muestra más del mercantilismo capitalista, y los asimilan al comercio humano. En la época comunista, la URSS y los países del bloque socialista les lanzaban feroces invectivas en nombre de la dignidad femenina; una muestra de la decadencia occidental y de la vacuidad pequeño-burguesa.

Hoy en día todos esos países, convertidos al capitalismo, participan con todo entusiasmo en los concursos de beleza. Hasta China manda sin problemas una representante.

Y la prensa del mundo entero informa los resultados del certámen. 

Quizás en esos montajes, aparte del placer de contemplar mujeres bellas, haya un rezago de la fascinación de la gente por las viejas galas monárquicas. Si; porque a nadie se le ocurre organizar una elección de la presidenta de la belleza, o de la diputada del encanto, y ni siquiera de la ministra de la hermosura. Las formas democráticas, demasiado igualitarias, se acomodan mal a la superioridad estética. Porque para la igualdad ella es una de sus enemigas naturales. 

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