La mediación en los conflictos del mundo es una actividad realizada por muchas personas y organizaciones. En Suiza, por ejemplo, existe el CHD (Centre for Humanitarian Dialogue), Está también en los Estados Unidos el Centro Carter, presidido por el ex-presidente, y muchas otras organizaciones, cuyo propósito es acercar las partes en conflicto, y lograr acuerdos que le pongan fin a los mismos. Su actividad se desarrolla fundamentalmente en las diferencias entre Estados, donde lo que está generalmente en juego es el derecho internacional. Por esa razón, la solución de la diferencia suele ser más fácil que cuando los enfrentamientos tienen lugar en el interior de los Estados, porque entonces entran en juego cuestiones políticas y pretensiones de legitimidad o representatividad. Tal es la razón por la que no hay muchas organizaciones que puedan adelantar la tarea con relativo éxito.
Esto es importante tenerlo en cuenta ante las dificultades que recientemente ha tenido el gobierno con los negociadores suizo y francés, frente a la guerrilla. El problema es que cualquier medida que adelante el mediador hacia una de las partes puede ser interpretada por la otra de diversas maneras.
Además, un problema adicional es la imágen que tienen los europeos de estos países. las evidentes desigualdades, la miseria o las carencias que padece nuestra gente y que piden a gritos grandes reformas no pueden ser ignoradas por quienes actúan en esos procesos. Y es muy fácil que encuentren justificadas o por lo menos defendibles los movimientos insurgentes, aunque condenen o no estén de acuerdo con los medios más extremos como el secuestro y el maltrato a quienes son sometidos a él. Pero esa comprensión termina por convertirse en un serio impedimento para facilitar el cumlimiento de sus objetivos.
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